Monasterio de Sobrados Dos Monxes

La siguiente parada en nuestro viaje fue el monasterio de Sobrado dos Monxes. En la provincia de A Coruña. Es cisterciense desde mediados del siglo XII aunque los edificios que se pueden visitar comienzan a construirse a partir de 1498.

El monasterio tiene tres claustros. El claustro de los Peregrinos, el de los Medallones y el Grande, actualmente este último mantiene la clausura.

De los tres destaca el claustro de los Medallones, llamado así por la representación en él de apóstoles, obispos, caballeros,… Desde este claustro del XVI y XVIII se accede a varias dependencias.
Destaca la cocina medieval con su espectacular chimenea, para mí son una de las dependencias que más encanto tienen en todos los monasterios que la conservan.

 La sala capitular gótica a la que se accede a través de una portada románica con la forma habitual de puerta con dos ventanas.

Por último la espectacular iglesia del siglo XVII. Impresiona, no sé si por lo vacio de sus muros o por su tamaño o por la humedad que genera manchas verdes en todas las piedras o por su acústica que hace que el sonido del viento te abrume. Tal vez sea la mezcla de todo ello, pero, realmente es un lugar que visto en silencio resulta sobrecogedor.

Dentro de la iglesia se encuentra la sacristía renacentista del XVI y también con los muros desnudos cubiertos de humedad.

Panoramica llegando al monasterio.

Fachada de la iglesia, la plantas nacen por toda ella.

Detalle de las decoración de las columnas 

Detalles del impresionante interior

 Cocina medieval

Portada de entrada a la sala capitular

 Sala capitular con cuatro columnas y bóvedas de crucería

Sacristia de la iglesia

Detalle de un busto en la sacristia que supongo que representa

a la muerte aunque parece que lleva un báculo

 Claustro

Medallón con el busto del omnipresente Santiago

Imagen cada vez más difícil de tomar 

Angelote en el que la humedad se va asentando

 Torres desde el claustro de los Medallones

Como veis si que he sacado partido a mi viaje a Galicia, si es que no hay como viajar, ¡cuántos problemas se terminarían si todos viajasemos algo más!